¿Alguna vez habéis visto en los centros comerciales esas máquinas de fotomatón para niños en las que se pueden personalizar las fotos ponerles corazones o pintarle un bigote al protagonista? Esa máquinas son como las hermanas pequeñas y pobres de uno de los vicios orientales más contagiosos: las purikura.
Las máquinas de purikura son como esos fotomatones pero mucho más profesionales y con miles de accesorios. La experiencia funciona entrando en una sala de máquinas, o a veces están en los bajos de los centros comerciales. Como podéis ver en la imagen, desde fuera parecen un fotomatón pero mucho más grande, se descorre la cortina y se entra en la parte de estudio.
Cuando decimos estudio hablamos de un estudio de verdad, de unos 3m2 con una croma verde al fondo, y varios flashes difuminados colocados a alturas estratégicas. El objeto de una máquina de purikura es hacer que todo el mundo salga guapo, así que procuran iluminar mucho para que las caras no muestren arrugas, cicatrices o acné. De hecho algunas de estas máquinas presentan carteles que dicen "En está máquina tus piernas se verán más bonitas" y anuncios semejantes para convencer a los clientes.
Una vez se introduce el dinero, que dependiendo del tiempo que necesitemos va entre los 2 y los 5 euros, la máquina nos da instrucciones para colocarnos en distintas posiciones, y nos anima a posar como auténticos modelos. Luego nos deja ver las fotos y si hay tiempo, se puede borrar alguna y repetirla. Una vez se completa esta fase, se sale del estudio y se pasa a la zona de edición.
Normalmente es un espacio en alguno de los laterales de la máquina también cerrado con una cortina en el que hay una pantalla táctil que se opera con unos rotuladores especiales. En esta zona se elige el formato de las fotografías, y se pueden adornar con infinidad (no creo que nadie las haya visto todas) de posibilidades, tipos de letra, dibujos. Además, podremos comprobar como la máquina ha detectado automáticamente nuestros ojos y los ha hecho más grandes, rodeándolos de un efecto como de pestañas postizas.
Una vez elegimos entre todas las opciones, las imágenes se imprimen y lo que se recibe es una pegatina de unos10x3 cms, llena de pequeñas fotografías. Lo habitual es coleccionarlas o colocarlas en un scrapbook o diario como recuerdo del día. De hecho, es muy común acudir a una máquina de purikura tras una tarde de compras para probarse la ropa, o tan solo para recordar algo especial.
La experiencia es excitante y divertida, ya que te mantiene ocupado durante un buen rato, y el recuerdo puede durar para siempre. ¿No os gustaría que aquí hubiese cosas así?
No hay comentarios:
Publicar un comentario